31.1.18

De partitione autem gemens

A cada tonto le da por una cosa y a mí me ha dado por muchas. Y cuando se trata de algo que no perjudica a nadie y encima es entretenido, pues mejor aún.

Una de las cosas que me entretienen mucho es la historia de la Roma Antigua, tanto la historia de sus emperadores, la vida cotidiana de las ciudades y su ingeniería, toda una proeza para la época que hoy en día podemos seguir admirando. Gracias a divulgadores como Mary Beard y sus libros y documentales sobre esa época podemos enterarnos de detalles que antes nos hubieran pasado inadvertidos. Acercarte al día a día de los habitantes romanos hace que te interese más cómo eran, qué cosas utilizaban, de dónde procedían... La historia de Roma es algo más que emperadores y guerras. También lo son sus ciudadanos, por muy anónimos que fuesen, pero que algo ha llegado hasta nuestros días que los recuerda y cuentan su historia.

Siempre encuentro algo que me sorprende. Su capacidad para crear infraestructuras al servicio de la población, por ejemplo. Realmente era más un elemento propagandístico de decir "eh, que estamos aquí" que otra cosa, pero el favorecer a la gente la vida con servicios que no tenían en sus pueblos bárbaros hacía que muchos quieran ser más romanos que patriotas para beneficiarse de ellos.

Otra de las cosas que me ha gustado ha sido la capacidad de imitar y adaptar las cosas que les gustaban. Me explico: si daban con algo que mejoraba lo que ellos tenían, lo copiaban. Nada de desprestigiar al enemigo, se lo apropiaban. como es el caso de arco de medio punto o el cemento. Lo mismo valía para religiones, de forma que podían tener mil diferentes y todos contentos, así nadie se revolvería contra ellos por un dios.

Eso no significa que fuese un pueblo civilizado. Lo sería más que los demás en comparación, tenían leyes (que algunas se siguen utilizando hoy en día), tenían urbanismo, calzadas, ejércitos de soldados o de bomberos bien organizados... Pero también había corrupción, luchas internas, traición y magnicidios famosos que no tengo que recordar.

Pero les gustaba entretener al pueblo con sus teatros, anfiteatros o coliseos, en donde no sólo había lucha de gladiadores, sino también lucha con animales salvajes o batallas navales, dependiendo del sitio, debido a la construcción de sus instalaciones con entradas de agua, pasajes y trampillas para hacer aparecer o desaparecer personas y animales... 

Los gladiadores no tenían por qué morir. Eran como las estrellas de fútbol de ahora, podían ser famosos y adorados por la gente. Hasta el sudor de gladiador era codiciado por su supuesto poder afrodisíaco. Al tratarse muchas veces de esclavos que valían mucho dinero y en los que se había invertido mucho en su entrenamiento solían cuidarlos bastante mejor que a muchos esclavos de la época.

Y luego están sus obras de ingeniería, de muchas clases. Desde bombas de cobre para apagar fuego de los antiguos bomberos o vigili hasta el sistema de alcantarillado de la cloaca máxima, o el transporte de agua en sus acueductos. Cómo hacían estatuas, creando el cuerpo y cambiando las cabezas según fuese el que mandara en esa época.

De cómo les gustaba contar la vida de una persona en una lápida, no sólo poniendo el nombre de la persona fallecida. Podemos encontrar auténticas biografías, y no sólo de emperadores.

Así que cuando puedo, me escapo a algún sitio en donde contemplo en directo obras que dos mil años después siguen en pie, con más o menos ayuda. Las obras, no yo. Tarragona y Segovia son mis favoritas, que conste.

Y nada, y eso. Que a cada tonto le da por una cosa.

Eso sí: Calatrava tiene que aprender muuuuuuuucho de los romanos. 


30.1.18

Si me quieres...


Sí me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra. 

Si me quieres, quiéreme negra.
Y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
Y morena. 

Quiéreme día.

Quiéreme noche.
¡Y madrugada en la ventana abierta! 
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… o no me quieras!

(Dulce María Loynaz)

29.1.18

Intro

¿Cuántas veces habéis escrito algo para acabar borrándolo?

¿Cuántas veces hemos puesto una frase, una palabra, una expresión con un teclado para acabar eliminándolos letra tras letra? Sabemos que si enviamos el mensaje ya no habrá vuelta atrás.

No habrá vuelta atrás porque el mensaje previo que ha originado tu respuesta tampoco lo tiene. Y con lo que mandaras todo podría solucionarse, o empeorar, o terminar algo. O tal vez aclarar una duda. O tal vez crearla. Pueden haber miles de posibilidades con sólo una frase. La frase que tienes escrita en el móvil, en un chat o en una nota.

Miramos el cursor parpadeando detrás de la frase, de la palabra o de la expresión que puede desencadenar algo, bueno o malo, y dudamos si mandarla. Y sopesamos los pros y los contras. ¿Es necesario? ¿Servirá de algo?  No se trata de una frase vacía como las que nos han escrito, frases que no han sentido, palabras huecas, que quedan muy bien escritas pero que en realidad han sido fingidas.  Ni son frases que se han dicho por el puro placer de humillar, herir o ser cruel de forma gratuita. Tampoco es algo que vaya a terminar con el hambre del mundo ni traiga la paz mundial, pero esa frase puede hacer que algo cambie en nuestras vidas.

Esa frase que deberíamos haber escrito antes a otras personas.

La frase quedó escrita, el cursor seguía parpadeando y al final pensé lo mismo que había escrito.


A tomar por culo.



Y pulsé el intro.

10.1.18

Pongámonos serios.

Hace años que me enganché, y os conté, a la serie Pasión de Gavilanes. Como telenovela cumplía todos los requisitos, como serie también, y además es que era graciosa. De hecho, ni cambiando canales ninguna otra telenovela ha conseguido mi más mínimo interés, por lo que supongo que sonó la flauta por casualidad y no creo que me aventure en esas lides de nuevo.

También he probado series que fueron abandonadas ya por ser tan repetitivas o previsibles que ya no me enganchaban. Siempre ocurre eso de la tensión sexual no resuelta de los protagonistas, que sí, que no, que huy, que tengo un drama personal que no te he contado, que siempre es una tragedia a lo bestia... O cambios brutales en el guión de una temporada a otra que te hacen dudar de si estás viendo la misma serie. Me pasó con Alias, que me aburrió en la tercera temporada, Héroes, que me decepcionó totalmente al principio de la segunda y la abandoné para siempre jamás, Bones, que la aborrecí a la cuarta temporada, Almacén, Nº13, El secreto de  Puente Viejo (con lo bien que empezó la serie y la han alargado hasta la náusea), Shameless,  Downtown Abbey... No sé, a lo mejor el cuerpo no me pilló con la necesidad de verlas en ese momento, porque todas tienen éxito, pero no conmigo. Rarita que es una.

En cambio, hay otras a las que les di una segunda oportunidad, aunque al principio no me llegaban a enganchar, como fue el caso de The Big Bang Theory. Tengo que reconocer que hay escenas que aún me hacen llorar de risa cuando las veo.

Y ahora vienen series que me dejaron encantada. Homeland es una. Breaking Bad es la segunda más mejor en mi ranking, y con diferencia respecto a las otras. Quién me iba a decir que el padre de Malcolm, otra de mis series favoritas, iba a cambiar tanto (guiño, guiño, codazo). Además, con un final apoteósico y dignísimo. Luego está también A dos metros bajo tierra, que es originalísima y, aunque se me hizo pesada en las temporadas centrales, pude terminar y no me decepcionó con el mejor final de serie que he visto en la vida.

¿Y qué pasa cuando ves una serie buena? Pues que luego te cuesta encontrar una que te enganche de esa manera. Sí, te entretienen, pero poco más. Hasta que das con LA SERIE. Perdón: LA SERIE.

Perdón:

LA SERIE


Pues eso. Que un día te hablan bien de la serie y sí, veo que sale mi adorado Rodolfo Sancho, pero bueno, ya la veré (es la excusa que decimos siempre para decir que no la vamos a ver).  Y sigue el bombardeo de la has visto? la has visto? la has visto?. Y entonces es cuando dices... Ea, pues podría verla a ver qué tal...

Y empiezas a ver El Ministerio del Tiempo.

Y cuando la empecé a ver me maravilló. Me encantó. He visto las tres temporadas de la serie, en donde hay muchos puntazos geniales que pueden pasar inadvertidos. Igual que yo he visto algunos se me habrán escapado miles, y he encontrado millones en internet que iluminan mi ignorancia.

El reparto, genial, con un Hugo Silva, el que hizo que todos los niños de España se llamen Hugo, espléndido, con un Nacho Fresneda y Aura Garrido perfectos, así como Cayetana Guillén Cuervo o Jaime Blanch. Te sacan la sonrisa viendo personajes como Spínola, el Papa Luna, el Cid, Alfonso XII, Buñuel, Velázquez, Lope de Vega, Cervantes, Simón Bolívar (que, por cierto, de adulto lo protagoniza el que hace de marido de Norma en... tachán, ¡Pasión de Gavilanes!) y muchos personajes más. Una serie de aventuras, de intrigas, que me maravilló por completo. Por completo.

Como curiosidad, parece ser que mientras rodaron  el episodio en el castillo de Peñíscola yo andaba por allí, porque estaba todo el montante en el patio. Pero bueno, sólo es una anécdota y una casualidad.

Y cuando llegaron los dos episodios finales, se salieron. Se superaron. Se vinieron arriba. Es una exhibición de maestría en dirección, guión, crítica, guiños, humor... Son completamente perfectos en donde cada vez que te das cuenta de algo abres la boca porque han tirado con bala, es pura intención, no es nada sutil, todo es evidente, pero de manera elegante, ingeniosa y sarcástica.

Parece ser que no se sabe aún si habrá una cuarta temporada, pero esta serie ha sido aclamada como la mejor serie española de todos los tiempos, y en mi opinión, con todos los motivos, razones y justificaciones del mundo.

Espero que ese alguien que se ha dedicado a machacar la serie en la tele se deje de manías. Ya sabemos que en este país el que tiene padrino, se casa, pero hay gente buena que hace cosas buenas y merecen su reconocimiento, que se le da, y a este alguien porque no le guste no lo ha podido impedir, aunque sí puede impedir que se renueve esa cuarta temporada. Porque vaya tela el maltrato que se le ha dado en la misma cadena a esta serie, que está siendo adaptada en otros países... ¡Si se supone que debería ser un orgullo poseer los derechos de emisión! Pues en este caso, no.

Así que desde aquí quiero dejar constancia que he regalado mis ratitos de vida a esta serie porque me ha hecho disfrutar tantísimo que he vuelto a empezar a verla desde el principio.

Y cada vez encuentro cosas nuevas.

Vaya lujazo de serie. Vaya gustazo verla.